9.6.12

Hipo D / El hombre de la periferia

Alejandro Tamayo, Mayo. 2010     Madrid, Junio 2010

Para poder hablar sobre el hombre y la ciudad me gustaría utilizar una película de Berlanga: “Esa Pareja Feliz”. Mientras veía esta película, aunque parezca extraño, no pude evitar reflexionar sobre la construcción de nuestras periferias. Él, mientras la rodaba, supongo que se reía y su risa consigue que uno se sumerja en el mundo con las neuronas sueltas, sin las ataduras creadas por el esfuerzo propio o colectivo. Como dice Arturo Barea en “El centro de la pista”: “Un payaso de verdad no hace música ni da volteretas […] Tiene que gritarles a la cara la sucia verdad sobre su sucia vida, pero de tal manera que no tengan más remedio que reírse tan irresistiblemente como los conejos fruncen sus hociquitos, si quieren ocultar su vergüenza y deshacerse de ella al mismo tiempo”.


La película refleja de forma descarnada la felicidad impuesta en el imaginario a una población frustrada. La pareja aparece como icono de la felicidad y el consumo como el medio para alcanzar el paraíso en la tierra generando una prometedora utopía al alcance del progreso. Pero para Berlanga la realidad que circula bajo la piel de la sociedad es otra, esa no es su felicidad, y se rebela haciendo que su protagonista acabe propinando un puñetazo a quien le dedica una canción de amor en uno de aquellos nuevos locales de ocio de etiqueta y mantel de hilo.

Se rodó en 1951 y el director ya vislumbraba el peligro de vender “felicidad”, eran los años del “Welfare State”, de las “New Towns” y de nuestras nuevas periferias residenciales. Con la película, Berlanga, nos estaba hablando de la creación del “hombre medio”, del hombre protagonista de una nueva ciudad, del que me gustaría llamar el “hombre de la periferia”. Muchos arquitectos estaban encantados con las nuevas promesas del urbanismo moderno, Berlanga tal vez no.

Hace unos días escuché a Manuel Delgado comentar algo que tiene mucho que ver con esto en el congreso “Ciudad, Arquitectura y Utopía”: “La vida es el peor enemigo de cualquier utopía, sólo sacrificándola se puede realizar el nuevo proyecto”.
Cómo también comentó


Comentarios
Agatángelo: Feliz sumisión
La periferia y el espacio público en la ciudad moderna: en aquella charla, Delgado cargó especialmente contra éste como mero acompañamiento de operaciones inmobiliarias, como espacio de control fácilmente militarizable, como lugar donde se desvela la sumisión de los ciudadanos, “vestidos a la moda, escuchando sus iPods mientras siguen el carril-bici con una idiota sonrisa satisfecha en el rostro”. Como muestra también la serie Madmen (la veo en mi iPod), no alcanzaremos la felicidad por la vía del consumo.


Ali&CiaDesasimiento forzoso
La creación de las periferias, inducida desde el exterior con fines economicistas, como el primer consumismo que mencionas de la película en que se pasaba de ser protagonista con arraigo y mote en tu pueblo a la periferia de la ciudad para ser alguien. Pero sobrevino la construcción de la identidad urbana, que parecía dotar de seguridad por ser propietario. De ahí a una construcción de la soledad y el anonimato de la 3ª generación, de deudores, que de tan urbana y anónima ya se ve desplazada por la crisis a una miseria económica, a la desposesión y a un despiste de identidad. Borrado como consumidor y propietario ¡encima! desposeído y barrido. Todo un drama y un desastre de identidad donde sólo la violencia rellena el vacío o una alternativa feliz ¡ojalá!: El cachondeo sabio. militante pero respetuoso.

ARPASociedad+ciudad vs. “felicidad”
En cierta época los arquitectos asociaban la “felicidad”, palabra complicada, con un modelo utópico de ciudad. Hoy asociamos la “infelicidad” a ese mismo modelo de ciudad ideal. En este contexto de atribución de poder absoluto a los arquitectos (para bien o para mal), en esta relación causa-efecto literal entre felicidad-ciudad-sociedad, me pregunto si la felicidad no estará en una cierta libertad para desligarse del espacio y trascender a él.

José AntonioConstrucción
Para poder hablar sobre la construcción propia o colectiva de nuestras periferias me gustaría utilizar la película “El hombre y la ciudad”. Mientras veía a esa pareja feliz, aunque parezca extraño, no pude evitar reflexionar sobre un payaso de verdad con las neuronas sueltas, sin las ataduras creadas por el esfuerzo.

más información: http://www.hipo-tesis.eu/numero_hipo_e.html

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